Una de las notas definitorias de las Conferencias Episcopales –esas máquinas de inutilidad pastoral que tenemos que sufrir a causa de nuestros pecados-, es que están compuestas de miles de Comisiones y Subcomisiones, Recontracomisiones y Supercomisiones, encargadas de hacer la pastoral correspondiente, ilustrar a todos con las chorradas que se les ocurren a cuatro listillos de laboratorio y definir –casi con pretensiones de infalibilidad-, la doctrina católica en el aquí y en el ahora de cada nación.

Menos mal que a los fieles de a pie les suele resbalar lo que dice la dichosa Conferencia Episcopal y sus diversas “ramas”, porque hacerle caso supondría sumergirse ipso facto en un estado de esquizofrenia católica, con tintes de diversas patologías pazguatas. A veces me da la impresión de que los Obispos y curitas-aspirantes son a la Conferencia Episcopal lo que los eurodiputados son al Parlamento Europeo. Comisiones y viajes, largos documentos que no lee nadie y que aburren a los hongos, reuniones periódicas y conclusiones constantes sobre cómo hay que hacer las cosas, aunque siempre con una visión de los problemas que lleva añadida inevitablemente la acusación de que hasta ahora, las cosas no se habían hecho bien.

Hoy me encuentro en la prensa religiosa con una nota de la Subcomisión de Catequesis en la que el perito catequético de turno dice que

a la Iglesia española le «preocupa» y «entristece» el «boato social», la ostentación, que surge en torno a la celebración de este sacramento y que desvirtúa su sentido.

Tiene razón este expertísimo doctor en señalar tamaño peligro y tan grande motivo de preocupación. Y añade con la misma soltura, según la fuente que estoy citando, que

los criterios de la Iglesia no sintonizan con ese boato social nunca. Es más, nos parece una contradicción entre lo que se celebra y lo que se hace. Nos entristece el boato social y lo que se genera en torno al sacramento de la Eucaristía. Los criterios y consejos que ofrecemos desde las parroquias es sencillez y dignidad.

Pues muy bien. De acuerdo. Pero vamos a profundizar un poco más, para que no nos tomen el pelo.

La “contradicción entre lo que se celebra y lo que se hace”, no es precisamente el boato y los vestiditos de los niños. Parece que toda la culpa la tenga que tener el vestido o el banquete. Parece que la culpa la tuvieran los padres que no adoptan el “criterio de sencillez” que en las parroquias se propone. Por cierto que una de las cosas que se propone es dar parte del dinero de los regalos a Cáritas o compartirlos con los amigos. He de reconocer que casi me da la risa cuando he leído esto. Ya estamos con los argumentos pobretones, cutres, rastreros-rasantes y poco sobrenaturales con que ya se va presentando todo desde hace tiempo. Ya estamos con lo puramente natural, para querer explicar lo sobrenatural.

Pues no, señor super-entendido. La contradicción proviene de que estos pobres niños no saben lo que van a recibir. Aunque fueran vestidos de mendigos desarrapados y llevaran los zapatos con las suelas rotas, aunque dieran todos los regalos a los niños pobres de su barrio, el problema que debe preocupar a la Iglesia española es otro bien distinto: estos niños llegan a la Comunión sin fuerza sobrenatural, muy lejos de aquellas ansias de antaño que ilusionaba, porque suponía recibir al mismo Señor en Persona. Pero claro, en aquella época pre-conciliar no se daban dos años de catequesis obligatorios….

Se habla en la entrevista de que en España hay 85.500 catequistas. Muy bien. ¿Me quiere usted decir por qué los niños no tienen la menor idea de lo que van a recibir? ¿Saben los niños que ahí está Jesucristo Realmente Presente? Aunque mi pregunta va más allá: ¿Lo saben los catequistas? ¿Lo cree así el párroco?

Y podemos continuar: ¿Saben estos niños los mandamientos de la Ley de Dios y los de la Iglesia? ¿Saben rezar el acto de contricción? ¿Se les ha hablado del pecado y se les ha enseñado a confesarse más de una vez? ¿Conocen las verdades de nuestra fe? ¿Saben contestar en misa con soltura? ¿Se saben el Credo? ¿Se saben los Sacramentos? ¿Saben las virtudes teologales?

¿Saben todo esto los catequistas? ¿Se ha preocupado el párroco de turno de comprobar el conocimiento que los catequistas tienen de la doctrina cristiana? ¿O es suficiente con que sepan tocar la guitarra y organizar conviencias?

Imagino las carcajadas de muchos, empezando por el Jefe de los catequistas españoles, ante estas preguntas tan tradicionales y tan anticuadas. Porque probablemente a los niños les habrán enseñado que Jesús de Nazareth nos dejó este recuerdo para que podamos compartir el Pan con los hermanos, pero no tendrán ni la más lejana idea de que este pan que reciben, aunque sabe a pan y aunque parece pan, es realmente el cuerpo de Jesucristo. Probablemente estos niños, ayudarán a los pobres y les pasarán los 5 euros que les dio su tía abuela, mientras manejan su nuevo móvil que le regaló la abuelita y van corriendo a jugar con la play-station (último modelo, claro) que les regaló papá o el ex de mamá. Este niño ha aprendido a compartir, así que ha hecho una Primera Comunión super-fetén…. Ya no irá más a misa, pero si es solidario, ha merecido la pena. Y si ha dado algo a Cáritas, pues miel sobre hojuelas.

A lo mejor si hacemos un examen de doctrina cristiana a los 85.500 catequistas, nos encontramos con que les ocurre como a los maestros y profesores a los que examinaron hace poco por aquí en Madrid y no sabían que la O se puede hacer con un canuto. Ventajas de la Nueva Catequización.

Desde que se decidió retrasar la edad de los comulgantes (porque no podían estar preparados con siete años), y se impulsó dar dos largos años de catequesis de juegos de jardín de infancia; desde que se decidió que no era tan importante conocer un número de verdades o de normas (como suele decir Francisco), sino más bien saber que el cristiano es alegre, que se lo pasa super-genial y que ha venido a este mundo a conjugar el verbo alegrar en todos los modos, voces, tiempos y personas… estos chicos están muy bien preparados. La culpa de todo la tiene el Corte Inglés, los padres y los restaurantes.

El Secretariado Nacional de Catequesis y sus Organismos Competentes, están tristes y preocupados. Pero ellos no tienen la culpa de nada.

¡Faltaría más!

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Trajecito de Primera Comunión Modelo Conferencia Episcopal-2014